martes, 12 de junio de 2012

Facebook: ¿Quieres ser mi amigo?


Crónica sobre la vida de Alina, una muchacha normal, en un mundo normal e interconectado, en la era de las redes sociales.

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Alguien toca la puerta. “¿Puedo ser tu amigo?”. Alina se lo piensa, no conoce a esta persona, pero le da curiosidad quién sea, entonces lo deja pasar e intercambian llaves. El desconocido ingresa a su sala y la queda mirando. Observa cada detalle, coge los diarios y revistas de la pequeña mesa y advierte lo que le gusta leer. Más allá hay un mueble con un minicomponente, lo revisa, presta especial atención a sus gustos musicales “¿Qué radio estaba escuchando antes?”, los CD dispersos en el estante le dan una idea de sus grupos preferidos, especialmente el póster de los Beatles que tiene a un lado de la pared. Sin más que le llame la atención, se dirige a la habitación, que Alina suele dejar abierta, por lo que no es un problema para el desconocido. Revisa los cajones, los álbumes de fotos le permiten saber cómo fue antes, qué hizo, quiénes forman parte de su familia. También hay algo allí muy interesante, una caja de correspondencias. El desconocido se entera prontamente de su vida privada, quiénes son sus amigos. Pero el tiempo se le ha terminado, ya en otra ocasión continuará hurgando, después de todo, tiene una llave. Alina, por su parte, se ha topado con una sorpresa al visitar a su nuevo amigo: un apartamento pequeño, completamente blanco, sin álbumes de fotos ni música ni revistas que leer, ni cartas. Solo puede diferenciar, colgada a un lado en la pared, una camiseta de fútbol, supone que de su equipo preferido. Antes de irse, el desconocido le deja una nota en la puerta “Eres muy bonita”. Al regresar Alina a casa, le presta poca importancia, ¿qué importa lo que diga un desconocido sobre ti, incluso si tiene la llave principal de tu casa?
Imagen tomada de Aquí
Por supuesto, algo así nunca pasaría en la vida real. Alina no es tan tonta como para darle las llaves de su verdadera casa a un completo desconocido, sería descabellado, pero ¿qué pasa si lo que entregas en cambio es el acceso a tu información personal en una red social? ¿Vale tu información tan poco como para dejársela a cualquiera? Probablemente Alina no piense así. Ella comienza su día escuchando el timbre molesto de su reloj-despertador, se da ánimos, enciende la PC e ingresa a Faceboook, ¿qué ha sucedido en el mundo mientras Alina dormía?, ¿qué han dicho sus amigos sobre ella, esos amigos madrugadores?, o sobre sus amigos, ¿comentaron su nuevo estado, de estar feliz por haber conocido a su actor preferido en una conferencia?, ¿le habrán creído? Ella espera que sí, y ríe al leer sus comentarios, pasa por alto aquellos que no conoce pero que curiosamente tiene como contactos. Ha recibido unas 5 invitaciones a distintos eventos y actividades: ferias, fiestas, conciertos y el cumpleaños de un antiguo amigo, piensa que hace mucho no lo ve, confirma su asistencia, igual que con las demás invitaciones: le gustaría ir a todas, pero sabe que no podría.

Tras este vistazo rápido, Alina se dispone a ducharse, cambiarse y tomar un desayuno. El mundo, sin embargo, continúa moviéndose. Se asegura de no perderse nada portando un teléfono móvil con acceso a Facebook. Camino a clases en el instituto, responde a algunos comentarios en sus fotos y descubre fotografías graciosas. Expresa su agrado con un “Me gusta”, y si es lo suficientemente gracioso, no dudará en emplear el botón de “Compartir”. En alguna de ellas se ha armado una discusión. Es una fotografía sobre su actor favorito, aquél que acaba de conocer ¿Era o no más sexy con barba? Alina piensa que no, le agrada más su aspecto actual, así que entra a la discusión a dar su punto de vista. Pronto, recibe una gran cantidad de “Me gusta” de aficionadas y aficionados que están de acuerdo con ella. No los conoce, “A Carlitos le gusta tu comentario”, no sabe quién es Carlitos, ni mucho menos “Tu lokitah xsiempre”, no tiene la más mínima idea, pero le alegra ser apoyada incluso en temas tan mínimos y superficiales. Llega a clase pensando en la barba del actor, pero pronto lo olvidará. Al terminar la clase, volverá a hacer una revisión, encontrará una discusión más interesante y volverá a ser apoyada.


Curiosamente, por la tarde, de regreso a casa, ha visto la nueva actualización del actor y ha recordado lo de su barba. Él ha enviado un saludo muy caluroso a sus fans que lo vieron en la conferencia. Alina cree que la recuerda y escribe un comentario. “Estuve ahí, me saludaste. Te amamos”. De inmediato, el hombre contesta afirmativamente. Es difícil que haya visto a Alina entre tanta gente, pero no puede negarse a un admirador. Por supuesto que a ella le emociona la respuesta, y actualiza su estado diciendo que lo ama. Sus amigas fanáticas pronto acudirán, incluso aquellas que no son sus amigas, y un desconocido, que se alegra enormemente por ella.

Alina recuerda que lo aceptó como amigo la noche anterior, ¿quién es? Aún no lo sabe, pero igual agradece a todos los que la han llamado suertuda. Intempestivamente, una de sus amigas la aborda por el chat, quiere saber los detalles, o al menos eso es lo que le dice. Alina se emociona al recordar, pero una nueva ventana de chat se ha abierto. Es el desconocido, que la saluda con un simple “hola”. La curiosidad la lleva a contestarle, y es arrastrada hasta su perfil. Una vez más comprueba que no lo conoce. Mientras, ella confirma que será imposible saber quién es él, incluso por su poca cantidad de amigos, unos 20, advierte su actividad registrada en su “muro”: “ha comentado la foto de…”. Se dirige hacia esa otra persona, pero tampoco la conoce, es una chica. “Eres muy bonita”, dice el comentario, “podemos vernos?”. Alina se extraña y siente miedo, sus fotos pronto serían comentadas de la misma manera, y para entonces, comenzará a rechazar al desconocido por el chat, y cuando esté harta, lo quitará de sus contactos y actualizará su perfil, pidiendo a los desconocidos que no se acerquen a su perfil. Pero, en primera instancia, ¿no fue Alina la que le permitió el acceso? Su información terminó en manos del desconocido, su nombre completo, los de su familia y amigos cercanos, la ciudad en que vive, el lugar en que estudia.

¿Cuántas veces ha revisado el desconocido su información?, ¿qué ha hecho con ella? Alina nunca lo sabrá, y mucho menos lo sabrá de aquellos desconocidos aparentemente inactivos, y sin embargo, los mantendrá en su lista de contactos mientras no la molesten directamente. ¿Es esto culpa de la red social? Alina se siente culpable ella misma, cree que si no lo hubiera aceptado desde un principio, no hubiera tenido una experiencia tan desagradable. Pero ya es tarde, de nada sirve quejarse. Mañana será otro día.

1 comentario:

halfing dijo...

tipìco problema...