Los jóvenes ya no usan más pantallas, sino radios, el correo ha vuelto a enviarse por ultramar, y vaya a ver que el viejo de la esquina ha comenzado a aborrecer sus tipos de metal. Teléfonos, cartas, faxes... y máquinas de escribir se venden como pan caliente. La vida se camina, y las gentes se reúnen por las tardes a charlar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario