sábado, 25 de febrero de 2012

Examen

Recibir un papel, una misión ominosa en contra de tu voluntad, y seguir las reglas, cabizbajo, leyendo atentamente, trazándole atrevidos caminos a la lógica del hombre que está enfrente, el artífice, alguna especie de esfinge sin tendencias suicidas; antes de ser devorado por el tiempo.

domingo, 12 de febrero de 2012

Leer a Cortázar

Leer a Cortázar, pasear los ojos entre sus letras, como un cronopio o un hombre sin cabeza, sin manos, sin Cortázar, ciego, sin dejar de saltar nunca en la Rayuela aunque el suelo desaparezca.

domingo, 5 de febrero de 2012

Teoría de Tendencias

A veces sucede que simplemente no podemos hacer algo, y no sabemos por qué, o tal vez lo sabemos, pero no tenemos la capacidad de aceptarlo como razón última y atrevernos, apostar todo lo que tenemos, porque el desconcierto, la indigestión cerebral por asimilar cualquier tipo de idea conflictiva, no tomará mucho tiempo. Miedo al cambio, al futuro… Los seres humanos somos existencias capaces de vivir en incertidumbre porque pretendemos forjar nuestro propio futuro. La conciencia de ser nos acosaría si no tuviéramos una facultad como esa. Y sin embargo, suele suceder que algunos se sumergen tanto en cuestionamientos que terminan por ahogarse. Instinto autodestructivo.

Volvamos al conflicto. En ocasiones lo conveniente resulta hecho a un lado por razones desconocidas. “Pero si esto era lo más lógico… ¿por qué tuve que hacer aquello?”. La respuesta no está en el hacer, quien busque allí estará dándole vueltas a una consecuencia como si fuera un origen; sino en el conflicto. El conflicto surge siempre con una idea que ingresa a un espacio desconocido. Inmediatamente se activan mecanismos de reconocimiento y de defensa, a fin de asimilarla. De ser convincente y conveniente (esto es importante), la idea será asimilada, de lo contrario, será desechada. El punto es comprender el conflicto, conocer ambas ideas y su ubicación en la jerarquía de valores del individuo. Esto supone conexiones infinitas e inverosímiles con una gran cantidad de ideas aprehendidas. Allí radica lo difícil, pero las cosas pueden reducirse si identificamos los principales nodos. Estos puntos de enlace determinan las distintas tendencias del individuo para con la situación.
Las tendencias, en otras palabras, serán los factores principales de la toma de decisiones, y en ellos se puede resumir la lógica de la toma de decisiones. Pueden ser representadas por simples enunciados:

-Tendencia a olvidar
-Tendencia a acceder
-Tendencia a quedar bien con los demás
-Tendencia a resignarse
-Tendencia al rechazo

en ejemplos generales. Pero también pueden ser específicas:

-Tendencia a olvidar lo desagradable
-Tendencia a rehusarse a dormir durante un viaje en bus
Y como nos referimos a conflictos, estas tendencias pueden también contraponerse

-Tendencia a ayudar a un amigo
                         V.S.
-Tendencia a ignorar a cualquiera cuando se está ocupado

Algo así es lo que sucede durante la toma de decisiones. La diferencia es que las tendencias pueden ser aun más de dos, y pueden estar condicionadas —por ejemplo, si el individuo ignora a todos en el trabajo porque su jefe parece querer despedirlo—. Es así que es menester el conocimiento de la situación, pues de ello dependerán las valoraciones al interior de las tendencias.
Ahora bien, hablando de valoraciones, no existe, por individuo y situación, un esquema de valoraciones estático, he ahí algo más que incrementa la imposibilidad de predecir las acciones humanas. Las valoraciones cambiarán en lo que dure la situación, porque el individuo procesa la idea conflictiva para tomar una decisión. Estos cambios pueden lograr resultados completamente diferentes a los que parecían al principio. Tal es el comportamiento inconstante e ininterrumpido de las tendencias en la toma de decisiones.
Debido a la gran cantidad de variables y su natural e inefable trayectoria la toma de decisiones es más accesible al análisis del propio individuo que de cualquier otro. Porque su comprensión requiere una revisión interna, pero al mismo tiempo cuidadosa. No vaya a suceder que nos detengamos en puntos vorágine que terminen por consumirnos y no tengamos tendencia más fuerte que la del cuestionamiento infructuoso.